jueves, 25 de noviembre de 2010

Un Perón únicamente peronista

General Juan Domingo Perón
Quizás este texto no tenga la estricta argumentación de un ensayo ni la detallada narración de una crónica. Es más bien, la reflexión sobre una disputa asentada dentro de la sociedad Argentina. Ésta disputa es el peronismo. ¿De qué lado ponerlo? ¿Derecha o Izquierda? ¿López Rega o Cooke? ¿Rucci o Abal Medina?
Es posible que estos términos antagónicos tengan varios puntos en común, de hecho lo tienen, pero no quiero ser tan lineal en el pensamiento. Pretendo remarcar que estos dualismos que formé son, más que nada, capitalizados en personajes históricos del peronismo para poder hacer más visible este enfrentamiento ideológico. Para comenzar a dilucidar este enigma deberíamos empezar por analizar al “Padre eterno”, líder de la conducción.
Nos encontramos con una curiosa situación que Perón, el padre eterno, vivió en su época. Lo tildaban de comunista o de nazi. Aquí observamos las aristas más sobresalientes del ex presidente argentino. Fue visto como un “nazi”, perseguidor, torturador, en contra de la libertad de prensa y déspota. De la vereda de enfrente era visto como un comunista, le otorgaba derechos al trabajador, quería formar la dictadura del proletariado, se apropiaba de la ganancia extraordinaria del campo argentino por medio del Instituto Argentino de Promoción al intercambio (IAPI) hablaba de la función social de la propiedad privada y del capital, nacionalizaba las empresas de servicios públicos, etc. Supongo que habrá que distanciarse de los sentimientos que a uno lo guían y pensar en frió: Ni muy muy, ni tan tan.
Hay hechos objetivos del primer peronismo que fueron lamentables. Eran otras épocas, otra organización mundial, pero por nada de lo mencionado puede defenderse el perseguimiento de políticos o el cierre de un diario opositor. Perón no ha perseguido a judíos durante su gobierno. De hecho, varios allegados y ministros de sus mandatos lo eran, así que no insistan con la idea de un Perón nazi. Pero hay que aceptar que, también, muchos referentes nazis han venido a la Argentina a refugiarse en pleno gobierno peronista. Que a nadie confunda estos hechos. Los jerarcas nazis Adolf Eichmann o Joseph Mengele, refugiados en Argentina, nunca influyeron en las políticas del gobierno de Juan Domingo Perón. El gobierno nacional no sacó rédito de estos repulsivos referentes del nacional socialismo Alemán, aunque habrá que admitir que ha sido una vergüenza que estos genocidas no hayan tenido su condena.
No podemos decir lo mismo de Estados Unidos, país que sí aprovechó a varios científicos de la dictadura nazi. Cuestión insólita para el país de la libertad y enemigo del nazismo. El caso sobresaliente es el del ingeniero aeroespacial Wernher von Braun quien supo militar en las filas de la SS y el mismo que, al final de la segunda guerra mundial, fue enviado a Estados Unidos por parte del gobierno Norteamericano. Paradójicamente el científico alemán trabajó en la NASA Y fue un sujeto central para la creación del cohete Saturno V el cual fue utilizado para la llegada del hombre a la luna. Un científico nazi supo darle a Estados Unidos una de las victorias más grandes frente a su enemigo histórico, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
Volvamos al tema central de este texto. Si algunos lo imaginan a Perón como un comunista ¡Más lejos imposible! Si nos referimos a los perseguidos en la etapa del primer peronismo, los comunistas van a la cabeza. Había que quitar a los “rojos” de los sindicatos para hacerlos peronistas. Perón supo ser más equitativo; pudo brindarle derechos, casi impensables en esa época, a millones de trabajadores; la participación de los trabajadores en la renta nacional logró superar el 50%; La nacionalización de todos los servicios públicos y el mejoramiento sustancial de la salud y educación pública. Todo esto, sin ningún lugar a dudas, se pudo lograr gracias a la función del IAPI como ente encargado de la compra y venta de las materias primas exportadas por el sector agro-exportador. Interés tocado por el peronismo a la oligarquía más acérrima de la Argentina. Pudimos ver las dos caras y los dos puntos de ataque que sufrió (y sigue sufriendo) Perón.
Lo más grave de todo lo mencionado fue la calificación tajante que le han puesto a Juan Domingo Perón. Ni comunista, ni nazi. Los dos extremos ideológicos (tan cercanos paradójicamente algunas veces) se vuelven obsesivos al calificar a Juan Domingo Perón. Vieron y ven el diablo en su figura y por lo tanto, siempre pusieron el cartel de demonio en él y en su movimiento. La defensa más firme que pudo dar Perón para alejarse de estas dos categorías es la idea de la “tercera posición”. Cualquier peronista de base comprende a este concepto. Ni yankee, ni marxista. Peronista. La idea de un gobierno que redistribuye el ingreso, que les da derecho y participación a los trabajadores, pero que no deja afuera a la burguesía nacional y su importancia para el desarrollo económico del país.
Es inaudito querer analizar al peronismo en una minúscula editorial como ésta. Vemos decenas de ensayos dedicados a este fenómeno. El caso más sobresaliente es el reciente libro de José Pablo Feinmann “Peronismo: Filosofía política de una persistencia argentina”. Son más de 700 páginas y solo es el primer tomo. Únicamente quise dejar en claro la falsedad de colocar al Peronismo o mejor dicho, a Perón a una izquierda o a una derecha extrema. El peronismo es y fue tan amplio que puede hurgar en los dos extremos. Quizás sea un defecto sustancial del peronismo su “capacidad” de contener en su movimiento a la derecha y a la izquierda; a López Rega y a Cooke; a Ruccio y a Abal Medina.

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