viernes, 4 de junio de 2010

La historia los juzgará


El jueves 27 de mayo tuve la grata oportunidad de asistir a una charla de historia en ciudad universitaria. La misma la presidía Daniel Blamaceda, un reconocido historiador que también supo trabajar en redacciones como Noticias y El Gráfico. Los oyentes eran estudiantes de diseño III, una de las últimas materias de la carrera de Diseño Gráfico en la UBA. Los chicos debían hacer un trabajo acerca del centenario de la revolución de mayo de 1810. Para que ellos tengan una mayor dimensión de la historia, pudieron invitar al historiador para que les dé una mayor comprensión de esos años. El discurso, obviamente, se centró en el centenario de la revolución de mayo. Abordó temas como la arquitectura, la economía, los sindicatos, el territorio, la población, etc. Fue una muy interesante exposición, Daniel dio datos minuciosos, otros más detallistas y algunos muy graciosos. La edad de los estudiantes iba de 24 a 30 años, por lo tanto, Balmaceda debió hacer un discurso más entretenido y vertiginoso para acaparar la atención de ellos. Pude asistir gracias a que mi hermana es docente de la materia y me dio la oportunidad de ir a escuchar la charla. En realidad la mayoría de los datos fueron organizados para el diseño, así que, por lo tanto, estaban dirigidos al trabajo. En mi caso hubo pocos datos que me hayan llamado la atención, pero hubo una pregunta por parte de un docente que fue muy interesante. Ésta se refería a cómo Daniel Blamaceda veía la historia. Me intrigó saber que podía responder un historiador con tantos años de trayectoria. Él comento que la historia era su pasión la cual le fascinaba leer, averiguar y profundizar. Pero dijo algo con lo que no coincidí. Él afirmó que a la historia no había que juzgarla, esa fue una de las frases con que sintetizó su respuesta. Por mí parte no creo que a la historia no haya que juzgarla, ya de por sí, la subjetividad de un historiador al interpretar la historia, es una forma de juzgar. El historiador dio el ejemplo del ex presidente Julio Argentino Roca, uno de los representantes de la generación “oligárquica y civilizada” del 80. Sin duda ha sido una figura sobresaliente en la Argentina de fines del siglo XIX que ha impulsado a la educación por medio de la ley 1420, la cual fue esencial para la creación del moderno estado argentino. Al haber una educación que homogenice a la población (que era un mosaico de naciones) era más fácil la gobernación. Pero no se debe olvidar el aniquilamiento de aborígenes en el sur del país. No se pide que no se le reconozca sus logros, pero hay errores o injusticias que no pueden dejarse de lado. Un genocida, como lo fue Julio Argentino Roca, no se merece ser la cara visible del billete nacional de mayor valor o tener uno de los monumentos más grandes de la República Argentina. Al reconocerlo, se le está aceptando su “conquista del desierto” que nunca entendí bien este término para referirse al aniquilamiento de aborígenes. ¿Acaso el desierto es conquistable? ¿O tampoco vamos a juzgar lo que fue el terrorismo de estado de 1976? No creo que Daniel Balmaceda piense que esos períodos de la historia Argentina no hayan sido infames o por lo menos críticos. Solamente tenía la necesidad de dejar en claro mi diferencia con el historiador. Más allá de no estar de acuerdo en alguna de sus posturas, me resultó un historiador muy interesante y que supo hacer atractiva la Historia a chicos que, por su elección de carrera, no estaban muy amigados con la materia.